Hace 25 siglos, la lectura estaba reservada a unos pocos. A medida que se extendía, muchos ojos perdían facultades a la luz de una vela por el nuevo entretenimiento. Y tal vez la vista cansada de la madurez lo estaría menos sin la lectura. Pese a esas desventajas, la lectura fue un enorme avance y un gran reto para el cerebro. Ahora el soporte digital amenaza con desplazar al papel. El cambio suscita quejas , como mayor dificultad para memorizar y comprender cuando se lee en una pantalla, y mayor fatiga visual.

Cerebro flexible
El cerebro tiene más limitaciones de las que pensamos, pero encuentra la manera de salvarlas. Una podría ser la dificultad de leer en una pantalla cuando está «acostumbrado» al papel. ¿Pero es real? «Mi opinión está dividida, porque la respuesta no está clara», reconoce Martínez Otero. «Depende del soporte digital. Si es internet, con anuncios, prefiero el papel. Si es un libro electrónico me da igual. Yo tengo 44 años, pero mi hijo de 9 prefiere el soporte digital. Depende de cómo te educas», explica.
Los más pequeños se están convirtiendo en «nativos digitales», capaces de manejar una pantalla táctil antes de caminar. Son los cerebros acostumbrados al papel los que notan el salto «tecnológico». «Nuestro cerebro se adapta a cualquier situación. Es posible que en esta era digital, con un exceso de información (anuncios, ventanas emergentes...) sea horrible para mi generación que crecimos con el papel, pero los jóvenes se están educando en este formato. Cómo se adaptará su cerebro no lo sabemos. No hay que ser catastrofistas. Tal vez logre un funcionamiento multitarea más efectivo», indica Martínez Otero.

Otros estudios no ven tan claras esas ventajas. Sobre todo cuando la edad de los lectores disminuye. Un trabajo de 2012 del «Brithis Journal of Educational Tecnology» no halló diferencias entre universitarios que leían un texto de 600 palabras en formato digital o impreso. La comprensión y detección de errores fue igual en ambos casos, aunque la tarea se acortó en la pantalla.
Menos referencias
Son precisamente esos aspectos, más subjetivos, los que suponen ciertas limitaciones para los que no somos «nativos digitales». Todos tenemos la experiencia de imprimir las páginas que vemos en la pantalla para leerlas más a gusto y captar mejor los detalles, especialmente si hemos de interiorizar su contenido. . «En mi propia experiencia, al menos para los no nativos digitales, la limitación está a la hora de leer libros electrónicos de texto o de referencia. En este caso, yo prefiero el papel y un marco de referencia, como el índice o poder pasar páginas», apunta Perea.
Por otro lado, el formato elctrónico, con hipertexto (enlaces, como los que puede encontrar en este artículo) permite ahorrarse la visita al diccionario o a otro de consulta y acceder a contenidos extra de inmediato.

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